A manera de introducción, comenzaré diciendo que uno de los valores más hermosos que existen, es el amor. Es más que un sentimiento o un estado emocional que va más allá del simplemente sentirse enamorados. Como seres humanos vulnerables y con defectos, hemos cometido el error, por llamarlo de alguna manera, de ilusionarnos y por consiguiente enamorarnos de la persona equivocada, pero que quizá en ese momento de magia amorosa, estamos tan inmersos que no nos damos cuenta y no vemos que es un amor que nos atormenta y nos hace sufrir. Pero esto pasa cuando la persona de quien sentimos esa conexión emocional, no corresponde de la misma manera, no siente lo mismo y no existe una entrega bilateral encaminada hacia un mismo fin. No todo es "color de rosa" como quisiéramos fueran las cosas, ni tampoco fácil soportar el amor, tan solo sobrellevarlo.
Es tan difícil ver la realidad, que no tenemos oídos, para los que nos reiteran que no vale la pena y mucho menos sufrir por alguien que no se entrega, ni da muestras de amor y que quizá no signifiquemos nada para esa persona.
Pues bien, hace tiempo un amigo me narró este cuento, que con mucho gusto les transmito y espero sea motivo de reflexión para vivir y disfrutar la vida con bellos momentos con personas que se cruzan en nuestro camino y que sin saber, se vuelven especiales en nuestra vida. No olvidando que el amor, no se mendiga para vivir.
Cuentan que había una vez un rey muy apuesto que estaba buscando Esposa. Por su palacio pasaron todas las mujeres más hermosas del reino y de otros lugares lejanos, muchas le ofrecían además de su belleza y encantos, mucha riquezas, pero ninguna lo satisfacía tanto como para convertirse en su reina.
Cierto día llegó una mendiga al palacio de este rey y con mucha lucha consiguió una audiencia.
-No tengo nada material que ofrecerte; sólo puedo darte el gran amor que siento por ti -le dijo al rey- puedo hacer algo para demostrarte ese amor- Esto despertó la curiosidad del rey, quien le pidió que le dijera qué sería eso que podía hacer.
-Pasaré 100 días en tu balcón, sin comer ni beber nada, expuesta a la lluvia, al sereno, al sol y al frío de la noche.
Si puedo soportar estos 100 días, entonces me convertirás en tu esposa El rey, sorprendido más que conmovido, aceptó el reto. Le dijo: - acepto; si una mujer puede hacer todo esto por mí, es digna de ser
mi esposa Dicho esto, la mujer empezó su sacrificio. Empezaron a pasar los días y la mujer valientemente soportaba las peores tempestades.
.. muchas veces sentía que desfallecía del hambre y del frío, pero la alentaba
imaginarse finalmente al lado de su gran amor. De vez en cuando el rey asomaba la cara desde la comodidad de su habitación
para verla y le hacía señas de aliento con el pulgar. Así fue pasando el tiempo... 20 días...50... La gente del reino estaba feliz, pues pensaban: 'Por fin tendremos una
reina!... 90 días... y el rey continuaba asomando su cabeza de vez en cuando para ver los progresos
de la mujer. -Esta mujer es increíble- pensaba para sí mismo y volvía a darle alientos con
señas. Al fin llegó el día 99 y todo el pueblo empezó a reunirse en las afueras del
palacio para ver el momento en que aquella mendiga se convertiría en esposa del
rey. Fueron contando las horas...¡A las 12 de la noche de ese día tendrían reina!... La pobre mujer estaba muy desmejorada; había enflaquecido mucho y contraído
enfermedades. Entonces sucedió. A las 11:00 de la noche de aquél día 99, faltando apenas una
hora para que llegara el día 100, la valiente mujer se rindió... y decidió retirarse de aquel palacio. Dio una triste mirada al sorprendido rey y sin decir ni media palabra se
marchó. ¡La gente estaba conmocionada! Nadie podía entender por qué aquella valiente
mujer se había rendido faltando tan solo una hora para ver sus sueños convertirse en realidad ¡¡Había soportado tanto!! Al llegar a su
casa, su padre se había enterado ya de lo ocurrido. Le preguntó: ¿Por qué te rendiste a tan solo instantes de ser la reina? Y ante
su asombro ella respondió: Estuve 99 días y 23 horas en su balcón, soportando todo tipo de calamidades y
no fue capaz de liberarme de ese sacrificio. Me veía palidecer y sólo me alentaba a continuar, sin mostrar siquiera un poco
de piedad ante mi sufrimiento. Esperé todo este tiempo un atisbo de bondad y consideración que nunca llegaron. Entonces entendí: una persona tan egoísta, desconsiderada y ciega, que sólo
piensa en sí misma, no merece mi amor.
MORALEJA
Cuando ames a alguien y sientas que para mantener a esa persona a tu lado tienes que sufrir, sacrificar tu esencia y hasta rogar...aunque te duela, RETÍRATE Y no tanto porque las cosas se tornen difíciles, sino porque quien no te haga sentir valorado(a), quien no sea capaz de dar lo mismo que tú, quien no pueda establecer el mismo compromiso, la misma entrega... simplemente. .. NO TE MERECE.
En la vida existen dos tipos de personas: Las que viven hablando de las virtudes y las que se limitan a tenerlas.
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