“Un suceso importante en la familia”
La fortaleza; un valor para
vivir
En este
camino de la vida como seres humanos racionales, pero también vulnerables ante
cualquier suceso sea feliz o infeliz; fácil o difícil. Existen muchos valores
que rodean nuestro entorno, pero me abocaré a uno de ellos; el valor de la fortaleza.
Porque sin ese valor, no tendríamos la energía y el poder necesarios para salir
adelante ante cualquier evento negativo que se presente en algún momento de la
vida. Un divorcio, una pérdida, un rompimiento de pareja, una enfermedad, un
accidente, etcétera. Y más que un valor, es una virtud, una cualidad que
buscamos cuando estamos pasando por un momento difícil de superar.
En
mi caso personal, un suceso que me hizo aferrarme de ese valor de la fortaleza.
Fue cuando el 22 de marzo del 2003 a la edad de 40 días de nacido. Mi primer
hijo de nombre Alexis, presenta de un día a otro un problema para respirar. Como
madre primeriza, no alcanzaba a percibir que es lo que realmente le estaba
sucediendo a mi bebé, sin más que hacer
ni pensar, lo llevo a un Pediatra particular y me dice, sin mayor explicación
que lo lleve a un Centro de Salud o un hospital para que le atiendan de manera
urgente. Acompañada de mi esposo y una de mis hermanas lo llevamos a una
clínica del ISSSTE y me dicen que lo pueden revisar, pero que no lo pueden
operar si era necesario debido a que no era derecho habiente y no contaban con
los aparatos necesarios para darle la atención que mi hijo requería. Después de
un ultrasonido de tórax, me dicen que lo lleve al Instituto Nacional de
Pediatría ubicado en el Sur de la Ciudad de México para que lo atiendan porque
tiene colapsado el pulmón derecho y que necesita urgentemente una operación ya
que el bebé podía morir en unas horas, de hecho mi hijo ya casi se me estaba
muriendo en el auto. Me daba cuenta al ver su carita pálida y que cada instante
le costaba trabajo respirar. Mi desesperación seguía creciendo al no saber lo
que le estaba pasando a mi hijo, ya que solo uno de sus pulmones estaba haciendo
la función de los dos para respirar y vivir. Continuando con mi pena, llegamos
al Instituto Nacional de Pediatría que es donde finalmente me lo reciben en
Urgencias y hacen el protocolo de rutina para pacientes de nuevo ingreso y
poder examinarlo. Después de una larga espera, y de un gran interrogatorio por
parte de Trabajo Social, me dan informes los médicos en turno que lo ingresaron
a terapia intensiva y que le harían estudios y lo que estuviera en sus manos
hacer para salvar su vida debido a la falta de oxígeno que dejó de recibir y
su estado de gravidez.
Posteriormente,
a una semana de revisiones y estudios y ante mi desesperación de no saber nada
de información respecto a mi hijo. Me vi obligada por las circunstancias a formular
un escrito al Director del Instituto Nacional de Pediatría para informarle de
la negligencia del personal médico y de Trabajo Social del porqué a más de una
semana de internado mi hijo, no se me tenía al tanto de su estado de salud.
Prontamente, se presenta ante mí el Dr.
Arturo Ortega Salgado, Médico Titular y Cirujano de Tórax informándome en su
oficina del estado de salud de mi hijo. Me comenta que le tienen que hacer una
cirugía de tórax y toda una serie de estudios, ya que habían detectado a través
de una resonancia magnética que presentaba un “Derrame Pleural y Quilotórax” en su pulmón derecho, y es lo que le
estaba ocasionando la falta de respiración y el colapso de su pulmón, aunado a
ello una Neumonía. Para mí era nueva esa enfermedad, no entendía que era eso. El
Doctor Ortega me explicó detalladamente y con un lenguaje para que lo
entendiera, que situación estaba presentando mi hijo e incluso cómo lo
operaría. Yo, tenía que ser valiente ya que era una cirugía de alto riesgo y
podía perder la vida por los efectos de la anestesia y las consecuencias de la
post cirugía. No obstante, el garantizaba el éxito de la cirugía. En esos momentos
me vino nuevamente ese desplome y desgarre emocional, ya que tenía que estar
preparada para lo que ocurriera y tener la suficiente fuerza para seguir
enfrentando mi dolor y angustia. Aún, firmé la autorización de la cirugía con absoluto
conocimiento de causa y confiando plenamente en el Doctor Ortega y en su
experiencia de que mi bebé estaría bien.
Algunos
de sus estudios fueron muy dolorosos para mi hijo y también para mí, el ver
cada procedimiento de curación al que lo sometían, porque su dolor también yo
lo sentía y era como si me desgarraran el corazón por dentro, cuando le
cambiaban las sondas de su garganta y el sello pleural conectado a su pulmón; sus
llantos y gritos de mi bebé eran desgarradores para mí. Aún me salen las
lágrimas al recordarlo, porque eso no se olvida nunca y aunque ya lo superé, no
deja de dolerme. Jamás me despegué de mi hijo. No importaba si mi bebé aún no
me entendía, pero estaba segura de que mi lenguaje corporal si lo entendía; mis
besos y caricias en su rostro y en su diminuto y delgado cuerpo no le
faltaron, así como mis palabras de amor y ternura. Me hacía saber que cuando apretaba
mi mano con sus deditos, estaba sintiendo mi calor y amor, pero creo que
también le transmitía mi sufrimiento. Eso me hacía pensar que no quería irse, que
se aferraría a la vida; había mucho camino que recorrer, tenía mucho amor que
darle y se lo demostraba a cada instante. Quería verlo crecer y ser un niño
exitoso, había mucho que disfrutar de la vida. Le decía en voz bajita: “Tú no lo
sabes bebé, pero la vida es bella y quiero vivirla junto a ti. Tienes que salir
adelante amor mío, tú eres mi príncipe encantador y te amo tanto, llegaste a mi
vida y eres el regalo más hermoso que haya recibido. Eres mi motor que me mueve
para salir adelante, para darte lo mejor
de mí y hacer de ti un niño feliz”. Esas palabras y más, eran mi canción para
él durante su estancia en el hospital.
Finalmente,
la cirugía y la recuperación logran ser un éxito y el día 24 de abril del mismo
año me lo dan de alta a los 33 días de haber estado internado, con la
indicación médica de que tendría que estar en revisiones periódicas durante 2
años y así lo estuvo hasta el año del 2005. Recuerdo las palabras del Cirujano:
“señora, síga brindando mucho amor a su hijo para que siga recuperándose y
haga de él un niño feliz, dele una vida normal como a cualquier niño. Yo espero
que en lo sucesivo no tenga que regresar por el mismo problema y cuídelo mucho
y cuídese usted también”. Para mí,
fueron palabras de alivio y alegría. Siempre recordaré con agradecimiento al
Dr. Ortega, porque sin su intervención y gracias a su ética y profesionalismo,
mi hijo vive. Mis cuidados maternos eran y serán mi obligación porque amo a mi
hijo y es una bendición tenerlo conmigo.
Ese
acontecimiento, me dio la fortaleza suficiente para afrontar los hechos y me
hizo valorar y apreciar más la vida misma. Hizo fuerte a mi hijo, porque supo
aferrarse a la vida de forma vehemente; quizá no era el momento para irse.
Ahora, a la edad de once años, es un niño inteligente, cariñoso y brillante. Está
sano tanto mentalmente como emocionalmente. Y día a día le hago notar y le
recuerdo lo bella que es la vida y lo valiosa que es. Que el atesorar valores y
principios, es lo que hace y forma a un hombre, para en un futuro llegar a ser un
ser humano de calidad con amplias perspectivas de vida.
Mi
reflexión y comentario:
Agradecer
por la vida que tenemos. No importa si vivimos con lujos o sin ellos, Ni cuanto
poseamos, lo importante radica en nuestro gusto y criterio para saber vivir y
para ser felices y hacer felices a nuestro entorno. No dejar nunca de confiar
en alguien que sea nuestra guía en los momentos difíciles. Tampoco perder nunca
la fe, la esperanza y confianza para conducirnos y asirnos de los valores como
cimientos para lograr ser un mejor ser humano. La vida es un reto que siempre
día a día tenemos que demostrar que somos capaces de afrontar todo lo que
conlleva, el saltar obstáculos es lo que nos da la fortaleza y nos brinda una
paz y tranquilidad que nos transforma para vivir. Si bien es cierto, que el ser
mujer no es nada fácil, mucho menos lo es ser madre; y ser un ejemplo para los
hijos cuesta mucho, ya que somos un espejo para ellos y uno de los pilares
fundamentales de equilibrio dentro de un hogar para la conformación de una
sociedad como base sólida de una nación y un país.
Citas y referencias:
Diagnóstico
y tratamiento del Derrame Pleural. Derrame
Pleural y Quilotórax
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